En el Plan de Acción Tutorial de
4º de E.S.O del Colegio Diocesano Pablo VI, ya es tradicional la tutoría
impartida por Pedro Mari Baglietto, cuyo hermano fue asesinado por un
terrorista de ETA a quien había salvado la vida cuando era un bebé. Ha
inculcado los valores de «no violencia y no venganza» a los alumnos de 4º ESO.
Pedro Mari Baglietto forma parte del proyecto
«Educar para la convivencia», que viene desarrollando la Fundación Víctimas del
Terrorismo por toda España desde hace más de 12 años, para hacer pedagogía contra la violencia
en los colegios: «Voy a empezar por contaros una historia que ocurrió hace
muchos años y acabó con el asesinato de mi hermano». Con estas palabras arranca
el testimonio de Pedro Mari Baglietto, hermano del concejal de UCD en el
Ayuntamiento de Azkoitia Ramón Baglietto, asesinado por ETA el 12 de mayo de
1980. El calvario de su familia es de sobra conocido. Sobre todo desde que el
etarra que mató a Ramón, abriera una cristalería junto al portal en el que
vivía su víctima y aún vive su viuda, Pilar Elías. Pero su historia está
repleta de amargas coincidencias. El destino quiso que el verdugo del edil
fuera la misma persona a la que 18 años atrás había salvado la vida.
Pedro Mari habla de aquello como si hubiese
ocurrido ayer. «Me he jubilado y doy unas cuarenta conferencias al año. Estoy
encantado de poder destinar parte de mi tiempo libre a algo así», asegura.
Mantener viva la memoria de su hermano le hace bien. Lo único que le revuelve
por dentro es que primero tuvo que ser asesinado. «El mérito es todo suyo»,
afirma. Esa memoria sigue viva también en el libro que escribió a
modo de autobiografía de su hermano, "Un grito de paz", que podemos
encontrar en la biblioteca del centro y en el siguiente enlace: Un grito
de paz
Pedro Mari reconoce que son muchos los amigos que
le preguntan por qué sigue impartiendo charlas. «¿No te resulta demasiado
doloroso?», le han comentado en más de una ocasión. Su respuesta es siempre la
misma: «Tengo la sensación de que al hablar de él lo resucito un poco y de que
estoy haciendo menos inútil su muerte», se sincera.
Pedro Mari habla a los estudiantes de un tal
'Basilio'. Es el nombre ficticio con el que ha 'bautizado' al verdugo de su
hermano. «No tengo ninguna intención acusatoria», señala. Si, por una
casualidad de la vida, el destino le llevara a cruzarse con el asesino tiene
muy claro cuál sería su reacción. «Le agarraría del hombro y le diría: 'Soy el
hermano de Ramón, pero tranquilo, no te voy a matar'. Eso es lo que nos
diferencia. A la violencia sólo se la puede combatir con la ley, y esa batalla
la estamos ganando», sentencia.
La experiencia que acumula a sus espaldas lleva a
Baglietto a subrayar la importancia de «canalizar en positivo» la rebeldía de
los jóvenes. Un objetivo en el que el papel que desempeña el sistema educativo,
aunque no el único, resulta vital. «Cuando te relacionas con los chicos, te das
cuenta de que hay quienes están a favor de la pena de muerte. Yo siempre les
digo que, entonces, están a favor del asesinato de mi hermano porque a él, como
a muchos otros, le condenaron en su día a muerte. Una comparación así hace que
le den vueltas a las cosas y las vean desde otra perspectiva», apunta. Varias
personas que han asistido a sus charlas aseguran que la empatía entre Pedro
Mari y los alumnos es «enorme», hasta el punto de que éste reconoce haberse
«emocionado» en más de una ocasión.